El mes de Agosto, preludio de divorcios

Al contrario de lo podría pensarse, las vacaciones pueden aumentar la tensión que venía haciendo insoportable la relación. Las emociones pueden exacerbarse precisamente cuando no hay responsabilidades y los cónyuges se encuentran descansando, hablando de lo que les ocurre.

Es el fracaso de no poder disfrutar en calma de estos lapsos, uno de los factores que propicia que la frustración sea mayor. Muchas parejas piensan que cuando llega el momento de descansar, llega el momento de hablar en calma de todo lo que no se ha hablado durante el resto del año.

A pesar de los intentos de una de las partes o incluso de ambas, la frustración puede aumentar como también las discusiones y desencuentros. Los especialistas aseguran que los miembros de la pareja se frustran cuando no observan un cambio de actitud en su compañero o compañera, y que en estos casos siempre hay problemas importantes con anterioridad, problemas a los que, por supuesto, no se les ha puesto solución debida.

También existen otras consideraciones por las cuales los divorcios proliferan más después del verano; por ejemplo, dado un desencuentro conyugal, frecuentemente los miembros esperan a las vacaciones, un espacio de mucha importancia en la vida familiar, un momento que, según las personas involucradas no debería ser interrumpido, especialmente si hay hijos.

Las vacaciones son un lapso de tiempo demasiado importante para arruinarlas, por eso múltiples cónyuges esperan hasta el final. Se deberá encontrar un abogado experto para obtener lo que se desea, en el mínimo tiempo y con los mínimos costes posibles, porque, evidentemente, el ahorro económico es otro de los factores importantes a tener en cuenta.