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Cómo ser una influencer offline

¿De qué sirve tener miles de seguidores en las redes sociales si luego no cuentas con esa capacidad de liderazgo en el mundo físico de las relaciones personales?, se pregunta la autora y coach María Fernández, que ha elaborado una guía para convertirse en “una persona magnética, con poder de influencia en el mundo offline, que es, al fin y al cabo, el mundo real”

María Fernández ha ayudado a numerosas personas de negocio y famosos a encontrar su satisfacción personal. Entre otras cosas, la hemos podido ver en la televisión dando consejos a la cantante Rosa López. Ahora, la formadora profesional e influencer publica su obra ‘El pequeño libro que hará grande tu vida’, de la mano de Alienta (Grupo Planeta), donde reúne una serie de consejos para ser más felices y alcanzar el éxito en diversas etapas de la vida.

María Fernández, reconocida coach y autora de ‘El pequeño libro que hará grande tu vida‘ desglosa, punto por punto, lo que hay que hacer para convertirse en una influencer fuera del mundo digital. Estos son sus tips:

Sé autentica. Para generar confianza, hemos de ser creíbles. Y para ello debemos mostrarnos tal y como somos. La gente se fía -y sigue- a quien se muestra sin dobleces -ni estrategias-. Además, desde esa transparencia siempre fluirás porque siempre serás la misma. Por otra parte, aquello que te diferencia de los demás es lo que has de abrazar. Se trata de sacarle partido a tu unicidad y no parecer una fotocopia de los demás. Así que, ¡haz de tu diferencia tu mayo virtud!

Sé interesante. Aporta valor. Enriquece. Piensa cuál es el valor que añades tú al resto y poténcialo. Engancha. Sé adictiva. Estar contigo ha de suponer un incentivo, un aprendizaje o con quién pasar momentos extraordinarios. Sé una persona que estimula a quienes le rodean a ser mejores.

Vuelve a los valores básicos. Mantente íntegra. La honestidad también genera credibilidad. Y, además, es el terreno fértil a partir del cual crece y se cultiva todo lo demás: los lazos verdaderos y duraderos.

Sé generosa. No te centres tanto en lo que puedes obtener sino en lo que puedes ofrecer. Hazlo por el placer de ayudar. Entrarás en un mecanismo donde todo fluye, tú ayudas, y otros también te ayudan. Pruébalo. Comparte tus amistades. La generosidad siempre sale rentable. Presenta a aquellos contactos que puedan ayudarse entre sí. Las personas de éxito tienen muy arraigada la mentalidad de intercambio de favores, y la filosofía de que en cooperación se consiguen objetivos más grandes. Muévete desde el principio de la abundancia, donde hay para todos, no hay envidias ni acciones individualistas. “Brilla y deja brillar”.

Trabaja y mantén tu seguridad alta. Ninguno de estos consejos sirve si no te muestras segura de ti mismo. Tu grado de autoconfianza repercutirá en cómo lideres y en el tipo de relaciones que tengas. Cultiva tu seguridad para transmitirla de forma natural a los demás.

Aprovecha las ventajas del mundo off line para dejar huella. Desvirtualiza tus contactos on line y tráetelo al mundo “live”. Aprovecha los recursos que nunca pasarán de moda, como la mirada, la escucha activa, el contacto físico o el estado de presencia para generar una burbuja mágica con las personas con las que interactúas.

En cuanto al contacto físico, numerosos estudios confirman que las personas que suelen usar el contacto físico de forma respetuosa y no invasiva, no sólo son más persuasivas, sino que resultan más confiables para el resto. Eso sí, ¡siempre de forma delicada y dependiendo del contexto!

Recuerda que el CARISMA no consiste en que tú te sientas importante sino en hacer sentir importantes a los demás. Muestra un interés genuino por las personas. A la gente le gusta sentirse apreciada y que las personas que se interesan DE VERDAD por ella. Pon el foco en el otro. Habla de lo que le importa a él o ella y no sólo de lo que te importa a ti. Preocúpate por quien tienes enfrente. Escucha. Trata de entender en qué momento vital -o profesional- se encuentra y de qué forma puedes echarle una mano.

Acuérdate siempre de los nombres. Y, si no, ¡anótalos! Cuando le hablas a otra persona usando su nombre, ésta presta más interés a lo que dices que si no lo hicieras. Cuando usamos el nombre de la persona con la que estamos interactuando, incluso si nos la acaban de presentar, no sólo estamos generando inmediatamente un lazo de familiaridad, sino que le estamos diciendo que es importante para nosotros.